No hay personaje más sublime que Jesús.
Personajes (ficticio o reales) con un alto sentido de amor y compromiso en el mundo y a lo largo de la historia hay muchos, pero se limitan sólo a circunstancias específicas, a territorios o a personas, el amor de Romeo y Julieta, limitado al amor de pareja, Gandhi, al amor a su País y su libertad, y así continuamente encontraremos muchos ejemplos, amor a sus oficios, a sus parejas, a sus territorios, a sus ideales.
Pero la universalidad de Jesús nadie la tiene, y es que Él incluye todos los “tipos” (porque amor sólo es uno presentado de diversas formas según la circunstancia) de amor expresados a todos los seres vivos del planeta, y la expresión más grande tuvo su culmen en su propio sacrificio.
Y es que, contrario a como lo entendemos, Jesús dio su vida, no su muerte, es decir, la vida de Jesús la vivió por nosotros, por todos, el punto final fue la muerte misma a través del sacrificio.
Grande, ¿no?.
Sin menospreciar a nadie, pero como personaje Jesús es un ser único y excepcional, que en cada palabra suya (léanse los evangelios de la Biblia) y en los de sus seguidores (léanse los diversos libros del nuevo testamento de la biblia) denota un grado elevado de amor (el grado máximo, corrijo), así cuando te sientes sólo, encuentras palabras de consuelo, cuando quieres prosperar encuentras pasajes (quizás hasta en manera de “tips”) para lograrlo, y así sucesivamente hasta darte cuenta que alguien que no conociste en persona ya se preocupaba por ti.
Maravilloso, ¿no?
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